Por: Frater L.A.M.
Por estos
días el mundo Judeo-Cristiano celebra la Pascua. Para los judías se conmemora la salida de la
esclavitud en Egipto; mientras que para los cristianos se celebra la pasión,
muerte y resurrección de Jesús, que tuvo lugar, según los evangelistas
canónicos, durante la Pascua Judía. ¿Pero
que significación tiene esto para el Hermetista? Aproximarnos a una posible
respuesta es precisamente el propósito de esta reflexión.
EL CAUTIVERIO
Cautivos
estamos todos en una tierra extraña, “Egipto”, que hace alusión al reino
material, a este mundo de manifestación donde los sentidos son bombardeados y excitados
con una pléyade de estímulos que nos arrojan a aferrarnos a una efímera
gratificación y auto-gratificación que nos impide vislumbrar las maravillas y
felicidad plena y duradera que yace más allá de “Maya” (como se le designa en
oriente) o mundo de ilusión.
Subyugados
por el Faraón, nuestro “EGO”, ese falso yo que se reconoce e identifica con la
ilusoria temporalidad y la auto-indulgencia a ella asociada. Ese monarca implacable responsable de nuestro
egoísmo, rabia, temor, ansiedad, impaciencia, celos, baja autoestima, y un
sinfín de condiciones negativas, nos ata e intenta compensar el peso de sus
cadenas con placeres efímeros, haciéndonos sucumbir ante la inmensidad del “Mar
Rojo” no permitiéndonos vislumbrar la tierra de leche y miel que se nos ha
prometido.
Es
entendernos como cuerpos con alma, y no como almas con cuerpo. Es no descubrir nuestra verdadera naturaleza
dormida en nuestro interior, nuestra chispa divina, nuestro CRIXTOS interior,
el único cuya venida podrá establecer permanentemente una era mesiánica de paz
y dicha para la huminadad, es no reconocernos como el nuevo Adam-Eva, como la
nueva humanidad que debe instaurar la soberanía de Dios Padre-Madre en este
mundo, en Malkuth.
Nuestro
cautiverio no es más que la caída a la que se refieren los Kabalístas, no es
otra cosa que nuestro descenso, por demás voluntario, en este mundo material y
el olvido imperdonable de nuestra verdadera naturaleza y esplendor. Recordemos, a estos efectos lo que cuenta el POIMANDRES (Corpus Hermeticum):
“En cuanto
a él [el Hombre], viendo su propia figura en la naturaleza reflejada en el agua
la amó, y quiso habitar en ella. Y al punto que lo quiso se realizó, y vino a
habitar la forma irracional. Y la naturaleza a su vez acogiendo a su amado se
entrelazó entera con él y copularon juntos, porque eran amantes.
Por eso es
que, a diferencia de todos los demás seres vivos de la tierra, sólo el Hombre
es doble: mortal por el cuerpo, inmortal por el Hombre esencial. Por consiguiente,
a pesar de ser inmortal y poseedor de plenos poderes sobre todas las cosas,
está sujeto a la muerte y sometido al Destino. Siendo superior a la estructura
se volvió esclavo dentro de la estructura. Siendo andrógino, de padre
andrógino, y no sometido al sueño porque viene del que nunca duerme, sin
embargo es vencido...”
LA LIBERTAD=LA REGENERACIÓN
De la misma
forma que moisés llevó al pueblo de Israel fuera de Egipto, Mar Yeshúa (El Maestro
Jesús, el Jesús histórico), vino a revelarnos el camino que nos permitirá salir
del cautiverio, de la identificación con nuestro falso “YO”, el EGO, y la
comunión con nuestra verdadera esencia despertando al CRIXTOS interior que yace
latente en cada uno de nosotros.
Cuándo Moisés,
ante la inminente persecución del Faraón ordenó a los israelitas atravesar el
Mar Rojo, este aún no se había separado.
Pero a pesar de todo, incluso de las dudas, ellos avanzaron. Así también debemos proceder nosotros. Debemos avanzar con certeza, no la que da la
razón, tampoco la que otorga la creencia ciega, sino la certeza que es fruto
del reconocimiento y conexión de lo divino en el Ser Esencial.
Sin
embargo, este es solo el comienzo. Es
solo el primer paso en un sendero pedregoso, pues luego, hay que vagar por el
desierto 40 años, lo que es análogo a que debemos proceder a martirizar y
crucificar a nuestro falso “YO”, a ese que nos ha tenido esclavizados, a ese
que no ha permitido que recobremos nuestra verdadera posición en el orden
universal, a aquel que ha impedido que la Yehida se encarne en nosotros, que el
CRIXTOS se manifieste como primer fundamento para la instauración de la era
Mesiánica, para que podamos retornar al paraíso, o gozar de la tierra de leche
y miel.
LA REGENERACIÓN
El proceso
de la Regeneración del Ser Humano, si bien requiere de un esfuerzo y proceso
personal e individual que se corresponde perfectamente con el trabajo que el
Alquimista lleva a cabo en su Oratorio y su Laboratorio, se traduce al final,
tal como se ha podido ver, en un servicio colectivo, pues aquel que ha
realizado la Gran Obra, aquel que ha despertado a su CRIXTOS, el que ha logrado
romper sus cadenas, se ocupa, invariablemente, de ayudar a sus congéneres para
que también ellos puedan gozar de la libertad, Regenerarse, Renacer, Realizar
la Gran Obra.